DÍA DE ESCUELA
Hoy nuestros amigos, Pomme y Piffe se dirigen muy contentos a la escuela. Saben que les espera un día lleno de aventuras y cosas por descubrir.
Sin embargo...
¡Apenas se han sentado, el perrito deja caer la cartera! ¡Ah!
¡Que torpe!
La lección de escritura comienza. Pomme se esfuerza delante de la pizarra. ¡Qué difícil es escribir el alfabeto!, suspira. La letras descienden, no quedan bien...Piffe , que se aburre, toma una tiza de su cajón y la chupa como si fuera un bombón; pero ¡puah! la escupe con repugnancia.
El gatito está castigado, se va a un rincón y allí se quedará durante la clase de canto: ha sido el profesor quien lo ha dicho. ¡Pobre gatito! es una lástima, piensa, porque mi voz es muy bonita; bueno, tanto peor, la próxima vez seré más prudente. Pomme abre su gran boca y canta la escala con todo su corazón: ¡Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si, Do! ¡Bravo!
Estamos en la clase de gimnasia. ¡Un, dos, tres! Piffe salta a la cuerda. Grita: ¡Oh! ¡Arriba! Se estira. ¡Que deportista! Pero su rabo se enreda en la cuerda y no puede librarlo. A veces la cuerda da vueltas y no puede pararla.
¡Qué Susto! Sus amigos le hacen la burla!
¡Qué Susto! Sus amigos le hacen la burla!
Mientras tanto, Pomme juega al balón con la cabeza, con la frente, con el hocico. Piruetas, saltos, quiebros, se agita, gesticula y siempre alcanza el balón. Pero Piffe llega al extremo de la cuerda, empuja al pobre perrito y el balón rueda a lo lejos.
Cansados y sofocados, Pomme y Piffe vuelven a clase.
-¡Cojan los lápices! - dice el profesor.
Nuestros colegiales se inclinan sobre sus cuadernos. ¡Eh! El gatito hace garabatos y el perrito grandes borrones. Pomme no se está quieto, las patas le hormiguean. Será necesario esforzarse para terminar el trabajo y que el profesor quede satisfecho.
¡Tiling, tiling! La campana suena, es el recreo. Pomme y Piffe se precipitan al jardín.
-¡Es la hora de sacar mis bolitas! - grita el gatito con los ojos brillantes.
-¡Es el momento de comer mis galletas! -dice el perrito, relamiendose.
Pomme y Piffe ríen; Pomme y Piffe se distraen; Pomme y Piffe aprenden los números. Escriben el cuatro, el siete, el ocho, el seis y saben contar hasta diez.
¡Es un juego! Pero el perrito no esta atento, se equivoca.
-¡Enséñame el número tres! - le dice el profesor.
Y...¡mirad el que tiene este despistado en su pata!
La clase ha terminado, es la hora de volver a casa. Pomme y Piffe corren por el camino. El perrito ha recibido buena puntuación y el gatito una bonita fotografía. Está tan contento que juega con su cartera por el camino.
-¡Cuidado! - le dice pomme. ¡Vas a perder tus cuadernos!...
-¿Sabes? -añade el perrito-. Me gusta la escuela.
- A mí también -dice Piffe-. Tengo ganas de volver.
Los dos amigos hacen el camino de regreso a casa con las carteras a la espalda y charlando animadamente. Están impacientes porque pase otro día para ir de nuevo a las clases, aprenden tantas cosas.
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